Dos tormentas solares han afectado a la Tierra: ¿qué riesgo conlleva?

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

Desde el punto de vista biológico, una tormenta solar no supone ningún tipo de amenaza, pero sí en el aspecto tecnológico

En estas últimas jornadas, dos tormentas solares han afectado a la Tierra. Por su nombre, podría pensarse que estos fenómenos son problemáticos para nuestro planeta y su entorno. Pero lo cierto es que quienes más podemos sufrir sus consecuencias somos nosotros.

Dos tormentas solares bastante suaves

En verdad, estas dos tormentas no han tenido una intensidad especialmente destacable. La primera, sucedida el 15 de mayo, fue la de menor intensidad. La segunda, llegada en la jornada posterior, tenía una intensidad algo mayor.

Estos fenómenos son parte normal de la actividad del Sol. Suceden cuando nuestra estrella emite potentes llamaradas y eyecciones de masa coronal. Esas corrientes están compuestas por partículas cargadas que viajan a gran velocidad por el Sistema Solar.

Si esas emisiones impactan con la atmósfera de la Tierra, entonces decimos que estamos experimentando una tormenta solar. Lo cierto es que el Sol puede emitir muchas llamaradas y eyecciones. Pero, lógicamente, no todas van en dirección de nuestro planeta.

Desde el punto de vista de la vida, las consecuencias de una tormenta solar son prácticamente imperceptibles. Lo más destacable es, cómo no, la aparición de las espectaculares auroras que podemos observar en los polos de ambos hemisferios. A veces, en regiones más alejadas de lo habitual.


Lo más destacable de las tormentas solares es la aparición de las espectaculares auroras que podemos observar en los polos de ambos hemisferios

Eso es lo que sucedió el 16 de mayo. Se esperaba que se pudiese ver auroras desde toda Canadá y parte del norte de Estados Unidos. Desde Europa, hasta el norte de Reino Unido podría llegar a observar estas fascinantes luces.

Desde latitudes mucho más cercanas al ecuador, como la de España (VER: ¿Puede haber auroras boreales en España?), es poco frecuente observar una aurora. Si bien se sabe que, en 1938, desde nuestro país se pudo observar una aurora, con un marcado color rojizo, en el firmamento. También fue observable en prácticamente toda Europa, así como gran parte de América.

Las consecuencias para el ser humano son principalmente tecnológicas

Pero, desde el punto de vista biológico, una tormenta solar no supone ningún tipo de amenaza. Nuestra atmósfera nos protege de la actividad solar más dañina. Así que las auroras se quedan, simplemente, en un bonito espectáculo de luz y color en las capas altas. No son peligrosas para el ser humano.

Las consecuencias de una tormenta solar son mucho más palpables en el aspecto tecnológico. De hecho, en esa misma gran tormenta de 1938, no solo se produjeron auroras espectaculares. Las transmisiones de onda corta en Canadá se vieron interrumpidas.

Una aurora sobre Longyearbyen, la ciudad más poblada del archipiélago de Svalbard. *Imagen: Pangea The Travel Store

No funcionaron durante unas 12 horas. Tenemos ejemplos, más recientes, de tormentas solares que, aunque más pequeñas, también han dejado sentir sus efectos. Como es el caso de la región de Quebec, que en 1989 sufrió un apagón de más de 9 horas por las consecuencias de una tormenta solar.


La región de Quebec en 1989 sufrió un apagón de más de 9 horas por las consecuencias de una tormenta solar

Aquí también podemos hablar del Evento Carrington, la tormenta solar más fuerte de la que tenemos constancia. Tuvo lugar en 1859 y sus efectos se dejaron sentir en la naciente red eléctrica de la época. En aquel momento, el telégrafo estaba expandiéndose.

El tendido eléctrico, en Canadá y Estados Unidos, ardió como consecuencia de la tormenta solar y la sobrecarga provocada. Los telégrafos siguieron funcionando aun cuando habían sido desconectados de la red eléctrica. Algunos operadores sufrieron descargas eléctricas de estos aparatos.

Pero en aquella época, nuestra dependencia de la tecnología era mucho menor que en la actualidad. No tuvo un impacto especialmente significativo. Hoy en día, las consecuencias podrían ser mucho más negativas. Ahora somos una sociedad tecnológica.

La dependencia de la tecnología

En esta época, tenemos multitud de satélites en la órbita baja de nuestro planeta. De ellos dependen sistemas tan precisos como el GPS. Si los satélites quedasen inoperativos, por una tormenta solar demasiado fuerte, también perderíamos esos sistemas.

No solo eso, las consecuencias también podrían sentirse en tierra si la tormenta es lo suficientemente fuerte como para afectar a nuestras instalaciones eléctricas. Utilizamos la electricidad de muchas maneras que no imaginamos. Sin ella, no podríamos tener agua en los pisos altos de muchos edificios de muchas poblaciones.

tormentas solares

Si la tormenta fuese lo suficientemente fuerte, reparar las centrales eléctricas podría llevar meses. Con lo que ello conllevaría al no tener una de nuestras piezas esenciales. Sería cuestión de tiempo que se desatará el caos.


Si las tormentas solares fueran inusualmente fuertes sería cuestión de tiempo que se desatase el caos

Sin embargo, aunque el escenario es posible (una tormenta solar tan fuerte como la del Evento Carrington, o incluso más potente, no solo es posible, sino que ya ha sido observada, pero en dirección diferente a la Tierra), se están tomando medidas para crear satélites mejor preparados contra las inclemencias del clima espacial.

En algunos casos, los satélites son incluso reorientados para minimizar los posibles daños que pudiesen sufrir. Son una de las piezas más expuestas a las tormentas solares, porque al encontrarse fuera de la atmósfera carecen de su protección.

Por ahora, nuestro planeta no ha vuelto a enfrentarse a una gran llamarada como la que provocó el Evento Carrington. Pero es cuestión de tiempo que llegue otra. Cómo de bien estemos preparados para hacer frente a sus consecuencias dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad de entender y anticipar estas tormentas.

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