La agricultura, la profesión que siempre mira al cielo

Nos ponemos en la piel de Jesús, un agricultor con más de 25 años de campo a sus espaldas.

Cristina Herrera

Cristina Herrera

Nos ponemos en la piel de Jesús, un agricultor con más de 25 años ‘de campo’ a sus espaldas viviendo el problema de la sequía

VÍDEO: EN LA PIEL DE LOS AGRICULTORES

*Vídeo realizado por Cristian Sierra

Jesús trabaja de sol a sol. El astro al que mira cada mañana desde su ventana, deseando precisamente, tener buena estrella. Jesús no es astrónomo ni piloto de aviones; y sin embargo, pasa las horas observando el cielo. Es agricultor, la profesión para la que la lluvia es la mejor de las pagas extras.

Pasamos un día con Jesús Anchuelo, un pequeño agricultor del pueblo de Anchuelo (situado a las afueras de Madrid) para ponernos en la piel de una de las profesiones que más vinculación tienen con la meteorología: la agricultura.

Lleva más de 25 años trabajando en el campo pero por su cabeza sigue pasando cada día la misma pregunta: «¿Lloverá hoy?». De esta inofensiva pregunta depende en realidad todo su trabajo.

«El agua es fundamental, sin la lluvia nosotros no existiríamos. El agua es tan fundamental como la semilla. Si no hay semilla no hay producto, pero si no hay agua tampoco hay producto», comenta.

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Jesús, como otros tantos agricultores del centro peninsular, se dedica a la recolección de cereal (trigo, cebada, avena, centeno…), al olivar y a algunas leguminosas. La mayoría de su recolección terminará sirviendo de pienso para el ganado. Una actividad a la que se dedican muchos agricultores como él del centro peninsular.

El agua es fundamental, sin la lluvia nosotros no existiríamos. El agua es tan fundamental como la semilla.

A pesar de su experiencia, los desajustes en el tiempo le siguen sorprendiendo. «La parte más cruda de nuestro trabajo es depender de la meteorología. Y es que por muy bien que hagas tu trabajo, en realidad, no depende de ti. Depende de arriba», indica Jesús, mientras nos enseña sus cultivos. Pronto, en los meses de verano, será la recogida; y este año «se espera bueno».

La lluvia: el «agua bendita» en la agricultura

La clave está en el «agua bendita», como les gusta llamarle a la lluvia entre el gremio. Agua muy deseada sobre todo en años en donde la sequía se ha convertido en una auténtica espada de Damocles para los agricultores.

Jesús, que forma parte de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), aún recuerda ese año 1995 en el que la ausencia de precipitaciones no permitió germinar la planta, secándose en su totalidad e impidiendo la recolección.

«Fue un año catastrófico», nos comenta. «Se siente una impotencia muy grande. Tú realizas tu trabajo lo mejor que sabes, tienes unos grandes costes de producción, ves que pasa el tiempo y que no llueve, que se va secando la planta y todo van a ser pérdidas y no vas a tener ningún ingreso. Es decepcionante», añade.

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Sin embargo, la lluvia no es el único fenómeno atmosférico del que depende esta procesión. El exceso de humedad hace crecer también un hongo (la roya) que puede hacer perder la cosecha. El granizo, por otro lado, puede suponer del mismo modo pérdidas cuantiosas en el campo.

Por este motivo es por el que se dice que la agricultura vive pegada al parte meteorológico. Como Jesús, miles de agricultores se levantan cada día pendientes del cielo. Aún así, y aunque él mismo asegura que se trata de una profesión «en peligro de extinción», no cambiaría el campo por nada.

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«Al 99% de las personas que trabajamos en el campo nos gusta nuestra profesión», señala. Entonces, ¿por qué cada vez hay menos personas que se dedican a ello? Jesús tiene la respuesta: «Por muy bien que hagas tu trabajo nunca tienes asegurado nada. La gente, hoy en día, quiere seguridad. Por eso, es un sector muy envejecido«, destaca.

Él, en cambio, si rebobinara, lo tendría claro: «Volvería a dedicarme a lo mismo«. «Pongo en un lado de la balanza lo bueno y en el otro lo malo, y sé al lado al que inclinaría».

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